Como dice este singular
agricultor que al tiempo es escritor, director de cine, editor de programas de radio y revistas, silvicultor, plantador de árboles (más de 25.000), un ser humano que es autor de 85 libros, coautor de 10 y ha participado en otros 61 libros colectivos. Director y redactor de 8 enciclopedias, ha escrito unos 2.200 artículos. Ha dado unas 2.100 conferencias en todo tipo de centros e instituciones nacionales e internacionales. Ha sido guionista y/o director/presentador de 340 documentales y programas de televisión y ha participado en unos 5.000 programas de radio. Comisario y autor de 20 exposiciones, milita y colabora con 34 ONG y fundaciones.
De algunas de ellas fue fundador y presidente. Premio Global 500 de la ONU; dos veces Premio Nacional de Medio Ambiente; Premio BBVA a la Mejor Divulgación sobre la Biodiversidad. Medalla de Oro de Extremadura... y que se llama
Joaquin Araujo, somos
Agua que piensa
Más allá de ese dato que afirma que estamos compuestos en un sesenta y tantos por ciento de agua, en algunos órganos como los pulmones, el porcentaje asciende a mas del 90%. El cerebro alcanza un 70% y la sangre un 80%.Pero más allá digo, lo que necesitamos recordar es que todo, absolutamente todo, depende del agua. Desde tu funciones fisiológicas hasta el funcionamiento de tu reluciente smartphone. El agua es la vida. Sin agua, no hay vida. Tus células mueren cuando se secan y son remplazadas por otras repletas de agua.
El agua ha sido el elemento más sagrado de los que componen este planeta. Con el agua, bautizamos, nos lavamos, damos vida a nuestro huertos. Nuestra vida fetal es lo mas semejante a un pez, nadando en el agua que mayoritariamente compone el líquido amniótico. A los que gustan en consolar su angustia vital, con la posibilidad de que la reencarnación sea un hecho (mala apuesta), decirles que por lo menos las moléculas del agua de su cuerpo, seguro que sí. Ellas ocuparán células de una planta, de una cucaracha, de un pepino o cualquier otra cosa como una gota del rocío de la mañana
En realidad este planeta no debería llamarse Tierra; debería llamarse Agua.
Pero, ay de mi!!
Esa ciencia, quizás poco exacta, pero a la que todo el mundo acude, la Prospectiva, nos presenta un futuro incierto.
La guerra de Putin podría acabar en un desastre nuclear de consecuencias catastróficas. Pero si ocurre, es triste tener que decir que aquellos que la superen tendrán que enfrentarse a otra guerra de dimensiones considerables: La Guerra del Agua.
La sequía y el hambre consecuente ya viene siendo una de las causas migratorias. Pero esto no ha hecho más que empezar. Regiones que históricamente fueron llamadas "El Creciente Fértil" son ahora candidatas a ser las próximas víctimas de sequías que pueden alcanzar incluso la cuenca mediterránea. Esta misma semana es noticia el llamado a sus súbditos del rey marroquí encaminado a una gestión mas estricta del agua y su despilfarro.
Pero ¿si antes has dicho que este planeta debería llamarse Agua, a que viene tanto alarmismo?
—Buena pregunta. Efectivamente; el 70% de la superficie del planeta está cubierta por agua, pero solo el 2,5% es agua dulce. Atento! De ese 2,5%, su 90% por ciento es hielo en el polo sur.
Pero es que además, esa agua dulce, no toda es potable. Los cálculos más precisos apuntan a que de la totalidad del agua que contiene la Tierra, incluida la del subsuelo, solo el 0,007% es potable. Ojo! y bajando, por culpa de la contaminación.
Y para colmar las circunstancias en juego, ahora constatamos un calentamiento global (y como siempre digo, me da igual si es culpa nuestra en 3 o 93%) que está alterando cada vez con más rapidez la climatología. Creeme, ese globo terráqueo verdoso que ves cuando abres Google Earth con esa franja de color terroso en la zona del Sahara, hasta el Sur de Niger, centro del Chad y de Sudan, eso va a crecer y en otros lugares actualmente verdes, también dejaran de serlo.
¿De que color crees que será la Peninsula Iberica?
—Pues del color de un café con leche un poco cargado.
Imágenes: Pixabay y Wikipedia
