Solo es un rincón de mi casa. La guarida del guerrero según el cagamandurrias de la katana. La cueva del monje, el altar del descreído, el templo de la soledad aceptada. Un lugar donde volver. Quizás la puerta desde la cual, partir, salir, o saltar a eso que los creyentes llaman cielo, nirvana, mas allá... y yo llamo, la nada. Mucho más probable y menos fantasioso.
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