Esta entrada fue originalmente publicada el 19 de enero de 2022.

Ahora que estoy en una especie de retiro de actividad, que posteo -bajo mínimos-  por las noches o madrugadas y programo la publicación para más tarde, que me estoy replanteando el blog y su naturaleza y que arranco en otras actividades.
Ahora, decía, creo que es un momento bueno para recordar el origen de aquella trinidad que no tiene evidentemente, nada de santísima. Ha evolucionado y las tres facetas siguen correspondiéndose con un prisma, pero dos de sus facetas se expresan fusionadas en una sola: Okanuh.
Por lo tanto, la traslado hasta hoy, después de la pertinente edición . Es esta:

—Harías bien en distinguir y separar mis tres facetas porque soy como un prisma irregular y el resultado de la refracción de la luz que se proyecta sobre tu mente, desde la mía,  puede ser ligeramente diferente según desde que lado (faceta) me atraviesa para luego proyectarla..
 
La entidad que soy,  se manifiesta como una prisma de cristal, pero irregular; es decir, su base no es un triángulo equilátero, sino escaleno. (Difícil de encontrar incluso para la foto) Pide, por lo tanto, que siempre se distinga sobre qué lado de sus tres caras piramidales incide principalmente la luz (conocimiento) y con que espectro se proyecta.

—Siempre deberías nombrarme en función de la cara sobre la cual incide la luz. Una para An'ya, otra para el que llamas El Otro que no es otra cosa que la imagen que tiene mi consciencia de mí mismo y una tercera, Okanuh para la última faceta. Sabes que An'ya es destacadamente espiritual al tiempo que se aleja de cualquier forma de religión. El Otro está impregnado de la sabiduría popular valora la tradición y exalta la vida. Oka-no, se alimenta exclusivamente de las ciencias. No cree, solo conoce y desconoce. Sin embargo las tres facetas son de una sola pirámide. Y por supuesto en muchas ocasiones la luz incide en dos caras a la vez. Nunca en las tres; es imposible.

En este punto de edición preciso explicar que tiempo atrás An'ya y el Otro se fusionaron en lo que hoy se podría entender como mi yo más convencional. Así ahora solo existen Okanuh y Yo.

Empezamos bien, me digo a mí mismo. Esto se complica. Ahora, además de estar atento al tenue susurro de la voz interior,  deberé prestar atención y tratar de saber sobre cuál faceta incide la luz y, por lo tanto, con qué carácter se manifestará. —¿Llegaré a tanto?— Tengo mis dudas.


Por aquel entonces dialogaba así conmigo mismo:

—A los seres humanos no nos gustan afirmaciones como la que dice que la enfermedad es equiparable a las experiencias emocionales como el amor de pareja, la perdida de un ser querido o la misma paternidad/maternidad. Y, sin embargo, son equiparables. Evidentemente, equiparable no significa iguales y las experiencias mencionadas tienen tonos totalmente diferentes. Sin embargo, cuando se experimentan, pasan a formar parte de tu activo vital. Es lo que la experiencia, también conocida como vivencia, te ofrece para sentir la vida con más intensidad. La enfermedad es una de las mejores posibilidades para amarte, para comprenderte; en definitiva, para crecer en valores humanos. Algunos enfermos tienen una relación amorosa muy incrementada con su cuerpo durante el proceso. Esto, además de amplificar sus capacidades para sanar, también consigue que entienden mejor lo que es vivir, lo que es la vida. En este sentido, y aunque ni por asomo sea igual de agradable, aporta valores similares a la experiencia del amor, de la paternidad, de la camaradería entre los amigos. 

Vaya! no me digas An'ya que eres de los que creen en que el dolor redime...

—Por favor... para eso tendría que creer primero en el concepto de pecado o culpa y además tendría que aceptar ese estúpido planteamiento judaico-cristiano de la culpa original. Ni he dicho, ni he insinuado nada que se parezca, pero si quieres te hablo del dolor y el sufrimiento. 

Bueno. Ya me asustas, pero dime lo que tengas que decir. Sabes mejor que nadie cuando te presto atención y cuando no. 

—No hay enfermedad sin dolor. En mayor o menor medida y a pesar de los avances médicos. Es algo que creo que ya sabes a nivel personal. Pero ahora no quiero referirme a un individuo enfermo, sino a otra clase de enfermo. Lo que quiero decirte es que la sociedad -las sociedades- están enfermas. A la comunidad humana le ocurre algo parecido a lo que le ocurre a un ser humano que se sobrealimenta. Ese individuo es más que probable que desemboque en enfermedades endocrinas y cardiovasculares. Y entra en un círculo vicioso del cual realmente es difícil salir. A la humanidad le ocurre algo semejante; no hablo de la comida que precisamente escasea en ciertos lugares, no. Hablo de lo que alimenta y ofrece la energía necesaria para el mantenimiento de la sociedad como un cuerpo. Un cuerpo sano. Hablo de la energía que ofrece el orden, la jerarquía de valores, la solidaridad. Cosas como estas son el auténtico alimento que nutre las células de la sociedad. Lamentablemente, al igual que hace un individuo, la sociedad también se alimenta de comida basura: Libertinaje y su consecuente desorden, la mofa de los valores éticos, la amoralidad, el individualismo egoísta. Ahí tienes el gran supermercado de las noticias falsas, bulos que también llaman fake news: las Redes Sociales. Auténticos McDonald's repletos de comida basura para el alimento social. Ahí están, también, los medios deshonestos, los políticos corruptos, los señores feudales modernos que resultan ser las grandes corporaciones...etc. Todos ellos componen un menú de comida basura que no consigue otra cosa que engordar y estropear las células sociales. 
La sociedad está enferma y empezará a sufrir. El dolor es una cosa, dicen que inevitable. El sufrimiento otra diferente, dicen que optativo. Pero yo te avanzo que no va a haber opción que valga. La humanidad sufrirá el dolor. Inevitablemente.
La enfermedad ya se está manifestando. Lo puedo ver en la incapacidad para afrontar la crisis climática, lo puedo ver en el aumento del fascismo, lo puedo ver en el aumento de los flujos migratorios, lo puedo ver en la incapacidad para solucionar las hambrunas, lo puedo ver en el aumento de los negacionismos de toda índole. Y son solo pequeños síntomas que incomodan y que poco a poco conforman el escenario perfecto para la obra final. Dentro de muy poco serán dolor. Dolor inevitable. Del que hace sufrir. 

Como suele ocurrir, aquello que fueron An'ya y/o el Otro, se volatizan en mi mente y desaparecen súbitamente. Mientras constato que pocas cosas han cambiado en la sociedad,  Okanuh, calculadora en mano, parece querer decirme algo. 
Será otro día