En este mundo tan redondo como lleno de hipocresías, los que venden armas piden a sus clientes que no las usen, pero que les compren más.
Hemos perdido la vara de medir y olvidamos que incluso un petardo de verbena, tiene o puede tener daños colaterales; eso, suponiendo que «daños colaterales» fuese un valor de medida inmediatamente cuantificable.
Entonces, deberíamos tener en cuenta que cualquiera que intente controlar, medir o evitar, daños colaterales, es simplemente un hipócrita y mentiroso.
¿Se han cuantificado ya, los daños colaterales de los bombardeos de Londres o Berlín o las dos bombas de Japón?
—No, aunque intenten convencer de que sí.—
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