Las luces y las letras del admirado Juan, comienzan su escrito lanzando un grito de sabiduría.
¡Basta de prisas! — Exclama, para luego sumergirse en la belleza de los recuerdos y en la realidad del momento. ¿Quién no puede hacer suya esta afirmación?
...Cuando la inocencia era nuestra mejor armadura, ante un mundo regido por consignas y mandamientos....Ya no tengo prisa por llegar a donde sea...
Hago mío su discurso. Incluso la foto que encabeza este blog simboliza ese estadio mental. Una carretera que se desvanece en la niebla, como se desvanece poco a poco, la visión de lo inmediato en los finales de este viaje. Un sereno aquí y ahora; en paz.
Di que sí, querido amigo. Sin prisas y recreándonos en los colores de lo vivido. Dejando que florezca el alma como florecen los bordes de los caminos, llenando sus lindes de humildes florecillas.
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Yo, que soy más bruto que el que mató al César, le solté la siguiente cháchara a una sufrida cajera del supermercado.
Me dice:
— Discúlpeme un momento que cambio el rollo de la caja. No tendrá prisa, ¿verdad?
No señorita, no se preocupe, no tengo prisa
—Se lo agradezco, será solo un momento.
Tómese su tiempo. ¿Sabe? Estoy tan convencido de que los del cementerio no se van a marchar y de que tienen toda una eternidad para esperarme, que me lo tomo con toda la calma. No creo que se pongan impacientes.
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