Después de once mil años de historia escrita y seguramente muchos más sin escritura, aún hay mentes con la suficiente candidez, como para estar convencidos de que las guerras, nacen después de la muerte de las negociaciones. Que son el resultado del fracaso de los diálogos.
Posiblemente en algunas, esto sea cierto, pero lamentablemente la mayoría de las guerras ya están en la mente del atacante, mucho antes que cualquier diálogo o conversación.
Las guerras responden a una voluntad que ya es manifiesta en el momento en que un estado se equipa de armamento; las guerras están, cuando a los jóvenes son sistemáticamente reclutados.
Que nadie se llame a engaño ante el eufemismo que supone hablar de un «ministerio de defensa». Sería mucho mejor sincerarse y llamarlo como lo que es «ministerio para la guerra»
No hay muchas cosas tan ingenuas como pensar que ante la tecnología del siglo XXI y la presencia de determinadas potencias militares, se pueda concebir una defensa nacional. Incluso me atrevo a pensar que posiblemente ni a nivel europeo.
No hay más que ver el conflicto que supone una Ucrania atacada por Rusia. Es muy triste, pero es también inevitable que muchos ciudadanos ucranianos, cuando finalice la contienda, opinarán aquello del «si nos hubiéramos rendido cuando empezó, nos hubiéramos evitado mucha muerte y sufrimiento»
Y esta sola idea: el pragmatismo de una rendición temprana, asusta. Y lo hace porque pone de manifiesto una impotencia que es una realidad para cientos de naciones que al menos, en teoría, está a la merced de los caprichos de las superpotencias, llámense como se llamen. No hace falta nombrarlas; están en la mente de todos.
Esta es la realidad: Que a pesar de las supuestas instituciones supranacionales como ONU, NATO, etc. si quieren entrar en tu casa y arrasar con todo, lo harán. Ya se va viendo que tener la esperanza de su ayuda sirve más bien poco.
Hubo una vez un tiempo en que en otros conflictos, había la presencia de unos señores, con un casco azul enfundado en sus cabezas. ¿Eficaces?—Poco. Pero... ¿Dónde están?
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