19/2/24

Descalzando el olivo

Esta mañana, como la mayoría de lunes y martes de cada semana desde hace un montón de años, toca "bonsai". Estos días dan bastante trabajo, puesto que hay que trasplantar a aquellos que lo necesitan. Hay que hacerlo en la época en la que están cercanos a su despertar, al final del invierno. 
La verdad es que en estos tiempos de clima un tanto alocado, puedes pifiarla con bastante facilidad. 
Bien; hoy tocaba este olivo que lleva con nosotros* 25 años. Era una parte de un árbol mayor que rompieron accidentalmente en un campo (Ventalló 1999). Llevaba en la misma maceta, sin trasplantar,  desde febrero de 2017. 

fotografia: Pere Duch

Por regla general, por si tenéis curiosidad, los bonsáis no se trasplantan o cambian de maceta porque la tierra agote sus nutrientes. Se hace porque con el tiempo el árbol desarrolla raíces al tiempo que el sustrato se compacta con los riegos y los cambios de temperatura. Al final son demasiadas para el tamaño de la maceta y la tierra es tan compacta y apretada que no deja trabajar bien a las raíces (ellas necesitan espacio en el interior del suelo; estar aireadas) Entonces hay que descalzar el árbol, afeitar las raíces (2/3 de ellas se desechan) y se aprovecha para renovar el sustrato que queda de nuevo lo suficiente aireado y no compactado como si fuera un pedrusco.
También he aprovechado para recortar brotes del último año y de ese modo evitar que las ramas se extiendan demasiado.
Cuando llegue la primavera, empezará a brotar de nuevo y entonces, será cuestión de ir escogiendo, qué ramas se dejan extender y cuáles no. Esto es la técnica principal para darles la forma deseada.
A este le pienso hacer un corte de pelo bastante considerable. Y así va pasando la vida.




*Digo "nosotros", porque tenemos los árboles entre tres amigos, aunque uno de los tres (Jordi) ya solo está en nuestro recuerdo, pues falleció el 6.9.17. Ahora quedamos dos, Pere y yo.

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