Totalidad y euforia.

foto: Pelo Blanco

E

l fenómeno es hermoso en sí mismo y si se contempla desde el conocimiento puede llegar a ser sobrecogedor. Evidentemente, solo puede ocurrir en coincidencia con la Luna en su fase «nueva» que no consiste en otra cosa que el satélite en su recorrido alrededor de su planeta, la Tierra. Y cuando esta última, orbitando alrededor de su estrella, el Sol, sitúa en una misma línea los tres astros, entonces lo llamamos «eclipse solar» 

Cuando esa alineación es observada desde un lugar situado en el interior de la franja de sombra que el eclipse provoca sobre la superficie de la tierra, entonces, podemos experimentar lo que la astrofísica llama una totalidad.

Y he dicho experimentar, porque es toda una vivencia. Lo han vivido un número más inferior de lo que se suele suponer, de personas en su vida que, quizás sí hayan visto, eclipses parecidos, como los anulares o parciales. Pero la totalidad es diferente. 

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Puede durar entre unos pocos segundos hasta un máximo de siete minutos más o menos. El día se convierte prácticamente en noche, se puede ver el cielo estrellado si la nubosidad lo permite y la temperatura puede llegar a bajar sensiblemente en esos pocos minutos.

El comportamiento de los animales, especialmente las aves y los primates, se ve muy alterado. Algunos insectos se quedan totalmente parados allí donde empiezan a notarlo (generalmente bastante antes de la totalidad). Algo parecido ocurre con las aves que parecen sobreexcitadas en el comienzo del eclipse para luego interrumpir también su actividad, totalmente desorientadas. Las especies cercanas a nosotros, literalmente, sufren «ansiedad e incluso miedo»; se vuelven locas por unos minutos. Algunas, incluso agresivas. 

Eso hace pensar a los paleo-antropólogos que el hombre primitivo, en su evidente desconocimiento del fenómeno, debía tener reacciones parecidas. Incluso hoy en día y sabiendo el origen del fenómeno, se puede observar ciertas alteraciones en las conductas, entre ellas una sobreexcitación, que aunque es muchas veces no es más que euforia, parece estar relacionada con eso que algunos llaman «memoria ancestral». Yo, esto último, me permito dudarlo.

Imagen de la totalidad (cercana):
Luc Viatour, CC BY-SA 3.0,