Incluso yo, que soy fotógrafo y se supone que debería tener un archivo fotográfico ordenado con excelencia, tengo también, como seguramente muchos de vosotros, la típica caja de zapatos, con las fotos familiares amontonadas y escondidas en el fondo de un armario.
Para el común de los mortales suele ser un cofre del tesoro. En su interior duermen docenas de recuerdos a punto de despertar. Y cuando lo hacen, nos emocionan, nos hacen sonreír o llorar. Es una de las grandezas de ese invento de 1826 que mucha humanidad ni siquiera imaginó.
Quitando polvo y ordenando ha aparecido esta foto que lleva en su dorso, escrita en lápiz la fecha de 7 de noviembre de 1975. Cuarenta y ocho años, son casi medio siglo y si los miras desde el retrovisor, no son nada.
Con veintiséis años ya tenía una hija, Sara, que ese día estaba viviendo su cuadragésimo cuarto día de vida.Por aquel entonces, eso del permiso de paternidad era algo así como ciencia ficción.
Franco ya era noticia diaria, por cuanto estaba terminal en su lecho de muerte que sucedería 13 días después.
Era el Jefe de Compras en la fábrica que vemos detrás (ver, es un decir, claro). Una escisión de Comexi que se llamaba (y se llama) Coemter. Fabricábamos las máquinas (entonces únicas) que plegando y soldando rollos de plástico fabricaban los rollitos de bolsas de basura que aún hoy puedes comprar en los supermercados. Creo que la patente se liberó en 1984. Pero de todo esto, como hablaba en el post anterior, dedicado al hipocampo, no estoy muy seguro. ¡Pero... lo que han crecido las dos y como han evolucionado las máquinas!
Al mismo tiempo estaba estudiando fotografía, aunque el núcleo fuerte de mi conocimiento, no llegó desde escuela alguna, puesto que al Institut d'Estudis Fotografics de Catalunya, fuí solamente un tiempo muy limitado . Pero aun así, tres años después ya tenía mi primer estudio en marcha.
Es muy curioso el cerebro y su relación con los recuerdos. Al ver esa expresión dura en mi cara, me viene a la mente de forma clarísima el motivo: Lo que tardaba Manel, el compañero, en apretar el dichoso disparador de la máquina.
0 Comentarios:
Publica un comentari a l'entrada