La visita al endocrino fue doblemente provechosa. Recibí los consejos de una doctora, por cierto muy guapa, que entre otras cosas me sugirió que comiera sin mirar televisión, ni escuchar radio a excepción de música. También me dijo, que ya que vivo solo, tratase de hacer de las comidas algo un poco ceremonial, con una mesa bien puesta y finalmente y sobre todo que comiera despacio y concentrado en gozar de los sabores de las viandas. Masticando mucho y bebiendo preferentemente al final, aunque no solo.
Me aseguró que ese modo de comer, ayuda al metabolismo, facilita el tránsito y también ayuda a mantener adecuadamente el azúcar en sangre.
❉Por supuesto, le hice caso. Y claro, ahora, también leo y escribo más despacio, porque no solo de pan vive el hombre.
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