Vaya por delante, presentando este tema, que nunca han sido más importantes y apreciadas las excepciones y que afortunadamente aún quedan doctores en la práctica de la medicina.
A veces uno se pregunta qué sienten los médicos cuando el paciente les llama Doctor. ¿Clasismo, suficiencia, soberbia...?
De todo hay como en botica y creo poder suponer que algunos, bastantes o muchos, recordarán cual es la raíz etimológica de esa palabra. Nos llega desde el verbo docere del latín que se traduce por enseñar. Y así en nuestra lengua encontramos palabras que comparten raíz como documento, documental, documentar, docente, doctrina, docto. Todas ellas relacionadas con el enseñar y la enseñanza. También la palabra dócil lo es, en su acepción a aquel está dispuesto a ser enseñado.
Y sería bueno que recordaran esto, cada vez que les suena en los oídos. Y cuando se trata de los médicos harían bien en bajarse de la atalaya y recordar que su función es enseñar al paciente como curarse. Por el contrario, algunos (espero que pocos) creen que tiene la facultad de curar. Creen que curan a sus pacientes y olvidan que su función principal es tratar la salud, gestionar la salud y enseñar lo necesario para que aquel que ha perdido salud, la pueda recuperar, parcial o totalmente.
¿Acaso la salud es un paquetito que guardan en su cajón para dárselo al paciente? ¿No se trata más bien de un activo que el paciente lleva consigo y que debe ser... eso: activado de nuevo?
¿En que se ha convertido la medicina?
Se ha convertido en una práctica consistente en visitar un señor o señora que está hasta los huevos u ovarios según el caso, sobrecargado de trabajo, que apenas cruza una mirada con el enfermo. Situado detrás de una mesa que los separa, el doctor tiene la mano derecha sobre un ratón de ordenador y la vista fijada en una pantalla. Sin apartar la vista de esa pantalla preguntará —¿Qué le ocurre?— Y mientras el paciente relata sus preocupaciones, él repasará el historial, consultará un Vademecum, etc.
¿Qué porcentaje de lo que has explicado, ha sido bien recogido? Interesante pregunta.
Evitará tocarte si puede, más aún en estos tiempos y evitará aproximarse lo mínimo a cualquier forma de empatía porque eso... les quema.
Mi experiencia con ellos (como todo el mundo) se remonta a mi niñez. Pero eran otros tiempos. Los tiempos de Franco, con una Sanidad muy diferente. Mis padres llamaban al médico y acudía a nuestro domicilio (médico de pago, claro. Se le pagaba una cantidad fija cada mes, como una especie de seguro particular). Aquel hombre sí enseñaba, se sentaba en la cama donde estabas, miraba la tensión, la fiebre, los ojos, la lengua, el color de la orina. Hablaba con aquel niño que yo era y explicaba que eran las anginas o la ictericia, porque te dolía lo que te dolía y con la madre al lado, nos decía que debíamos hacer. ¿Medicación? La justa. Se tomaba un café en nuestro hogar e incluso nos dejaba libros de salud o nos informaba donde conseguirlos.
Luego de esa niñez, nunca más necesité a un médico hasta que cumplí cincuenta años. Fue el momento de conocer el Sistema Nacional de Salud y tuve suerte. Durante 12 años tuve una doctora "que hablaba". Ella descubrió mi cáncer cuando aún era incipiente. Pero amigos... ya no tengo aquella doctora y ahora la Sanidad es una caricatura de lo que debería ser. De lo que era, incluso solo diez o doce años atrás.
No estoy reclamando esa atención del médico de mi niñez, para una Sanidad Pública, pero me pregunto qué puedo esperar de mi médico de familia o atención primaria, cuando es un tipo que incluso se le olvida explicar la pauta de medicación, tiene en mi web de salud dos e-consultas (el nuevo invento) pendientes de contestar ya hace más de dos meses y que en mi última visita tuvo la desfachatez de confesarme que solo estaba esperando la jubilación.
No soy un jovencito, así que ya se que puedo esperar de mi cuerpo y mis dolencias. Pero lo que no puedo saber es si mi doctor me enseñará como lidiar con mi vejez, como hacerla mínimamente más soportable. Si seguirán empeñados en alargármela o contrariamente se preocuparán prioritariamente de que me sea más llevadera. Sinceramente; creo que sería mejor llamarlo prescriptor que doctor. Me pregunto cuantos más hay parecidos.
Se está hablando mucho de incrementar esa basura que llaman asistencia online y no presencial. Me temo que pronto ya no hablaremos de doctores sino de dispositivos. Robots que no te enseñarán a morir ni a vivir y que solo estarán destinados a descargar un sistema que colapsa.