Son detalles, grandes o pequeños; da igual; se dice.
Pero emociona y el agradecimiento lo hace grande. Muy grande. Y no da igual.
Juan decidió "frenar" su blog. Cuestión de prioridades -decía- Primero está la familia y además, la aceptación de una edad a la que un día u otro, también llegaremos, si la vida quiere. Le aterrorizaba la posibilidad de repetirse; ni por un momento estaba dispuesto a aceptar aburrir a sus amigos.
Qué lejos estaba de eso, por dios!!
Pero Juan, un señor que firma añadiendo un molino manchego y cervantino, forma parte de ese grupo humano que inspira respeto. Y su decisión es respetada, por supuesto que sí.
Tuve la osadía de pedirle que lo recapacitara; que no se marcara obligaciones y que siguiera escribiendo sin presión. Creo que le gustó la idea y ahora -si bien ha cerrado los comentarios en el blog- escribe de vez en cuando. Hoy me ha dado una agradable sorpresa. Otra señal de su gran bonhomía.
Dedicado a Ricard Pardo (Noxeus), que en poco tiempo me enseñó muchas cosas.
Gracias por su agradable y sencillo magisterio y por formar parte de ese pequeño grupo, que me ha hecho reconsiderar que la vida sigue, a pesar de dolores y calendarios.
✽✽✽
Y su poema en la entrada dedicada:
El sol se bebió la última copa,
ese “penúltimo” trago que no acaba de darse.
Un temblor de lagartijas
es lo que queda de “lías” y “pajuelas”
en la madera desfondada
donde los sueños fueron posibles.
Las duelas desquiciadas,
ya no saben del fornido abrazo de los aros
y un verdín de otoño,
pinta de soledades la barrica.
Donde habitaban las sonrisas
se nutrían las canciones y sonaban los silencios,
ahora solo queda la esperanza verde
de vida que nace de las piedras.
Pero se mantiene en pie,
a pesar de sus achaques,
y ese cuerpo envejecido solo espera
un trasiego de amor que lo libere
y pueda volver a soñar canciones
en la fresca quietud de la bodega.
Y si fuera cierto que le enseñé algo, diez veces más aprendí de él. Desde que le conocí, en ese espacio aún extraño del ciberespacio, cada domingo en mi mesa hay una botella de algún vino de Valdepeñas y al beberlo, me acuerdo de Juan L. Trujillo.
Puedes comentar esta entrada:
•Por el método convencional. ↓
•Mediante email o bien,
•Iniciando una conversación en el chat en este enlace inferior:
Compartir mediante:
Lo leí esta mañana y me dejó una agradable sensación de paz y sosiego. Cómo ese vino de Valdepeñas que aguarda ser bebido en la fresca quietud de la bodega.
ResponEliminaLa entrada es preciosa y tú te la mereces, Ricard. Y si fuiste parte de su cambio de decisión de abandonar del todo su blog, tienes todo mi agradecimiento. Me dió mucha pena saber que lo cerraba y me alegré mucho, cuando, con cambio de ritmo, decidió seguir.
Un abrazo para ambos (que seguro que pasa por aquí).
El blog de Juan es de estos blog del ciberespacio que merece la pena, por la profundidad que manifiesta y la talla de la persona que está detrás.
ResponEliminaLo he leído y lo sigo haciendo habitualmente. Alguna vez le deje comentario. De hecho me alegró esa entrada dedicada a ti que ya había leído.
Supe de su retirada y me alegró su vuelta, ahora sé que también se debe a tu osadía y me agrada por los dos.
Un abrazo Ricard.
Me alegra que le hayas "convencido". Es una persona extraordinaria que aporta un montón de reflexión y sensibilidad.
ResponEliminaUn abrazo.
La verdad es que solo tengo la impresión de haber participado un poco. Seguramente habrá recibido otros "inputs" desde otros amigos. Pero bueno; es lo de menos. El caso es que no le hemos perdido del todo.
Elimina