Trazos y borronazos

Vivir con un álterego, amigo imaginario, espejo, compañero de sombra y cien nombres más que le podríamos dar, es una moneda de doble cara. Tiene sus luces y sus oscuridades. 
Resulta que Okanuh, lleva unos días contemplando en silencio, mi proceso de recuperación de la letra caligráfica, en forma de curso y práctica. Y cuando ese fantasma, está callado, ya empiezo a temblar: Sé que el silencio durará poco. 
Y... ¡Efectivamente!
Ya tengo la cabeza como un bombo. El japonés lleva 24 horas seguidas dándome la vara con papeles de fibra de arroz, pinceles, y tinta china sólida. El muy jodido quiere convencerme de que en otra vida fue un maestro de Sumi-e 墨絵 y que así como yo quiero recuperar en lo posible mi caligrafía, él quiere recuperar el pintar a la tinta. 
De momento ya tengo el lavamanos lleno de tacas entre negras y gris oscuro, además de huellas de sus dedos sucios de carboncillo. 
He estado mirando precios de pinceles, barras de tinta y papel para la práctica del Sumi-e... ¡Dios tuyo, que ruina!


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