30/4/24

Recordando un punto azul

Hoy, es un día como cualquier otro para recordar el mensaje reflexivo que nos dejó el ya fallecido astrofísico Carl Sagan. Pero quizás no se trate solo de recordar, sino también de reflexionar.
Lo leeremos y sin duda, seguiremos peleándonos, poniendo en riesgo nuestra casa. Esa que es única y difícilmente sustituible. 
Sagan escribió esto inspirado por la imagen del Voyager 1 en 1994. Tomada desde una distancia de aproximadamente 6.000 millones de Kilómetros. La que os muestro hoy, es mucho más cercana, desde las inmediaciones de nuestro vecino planeta Saturno. 
Pero da igual, la distancia, ni el paso del tiempo. La humanidad sigue empeñada en no entender la fragilidad que tenemos bajo los pies.

Desde este lejano punto de vista, la Tierra puede no parecer muy interesante.
Pero para nosotros es diferente. Considera de nuevo ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. Todas las personas que has amado, conocido, de las que alguna vez oíste hablar, todos los seres humanos que han existido, han vivido en ese punto.
La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de ideologías, doctrinas económicas y religiones seguras de sí mismas. Cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada niño esperanzado, cada inventor y explorador, cada profesor de moral, cada político corrupto, cada ‘superestrella’, cada ‘líder supremo’, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie ha vivido ahí. En una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.
La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de una esquina de este píxel sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna u otra esquina.
Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros,  y cómo de fervientes son sus odios. Nuestras posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo... Todo eso es desafiado por este punto de luz pálida.
Nuestro planeta es un solitario grano en la gran y envolvente penumbra cósmica.
En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad, y formadora del carácter. Tal vez no hay mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amable y compasivamente, y de preservar y amar a ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido.

Carl Sagan (1934-1996).        

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