Y después del espejismo resultante de dos publicaciones de cariz político, volvamos a los terrenos de las inteligencias racionales y emocionales y hablemos de algo que realmente valga la pena.
Pero antes debo decir que me sorprenden las reacciones que, a partir de dos párrafos, creen entender mis posiciones personales sobre algo en lo que llevo luchando desde mi juventud; es decir, algo más de medio siglo y que nunca me ha resultado fácil. Les felicito por su capacidad comprensora.
Solo añado que se han vertido tantas capas de desinformación sobre lo que algunos titulan "El problema catalán" que es absolutamente imposible entender nada, pues resulta teñido de afecciones, fanatismos, nacionalismos y otros ismos que borran toda objetividad. Imposible, sin conocer el tuétano de la sociedad catalana. Y eso sin olvidar que no se puede valorar, sin salir a buscar datos, más allá del área metropolitana y sin conocer un poco mejor el resto del territorio y sus gentes.
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