19/11/23

Eran cuatro



Dicen los que se supone que entienden de esto, que en la cuenca mediterránea occidental, nos podemos ir olvidando de que las estaciones son cuatro. Más allá de la música de Vivaldi, cada vez será más evidente que serán tres; quizás solo dos y media. La media parte de una primavera normal, a la que seguirá un verano y medio. Luego llegará la mitad de un otoño a la que seguirá un invierno y medio. Eso si; en nuestra ilusión, nosotros seguiremos hablando de cuatro.
Pero es que, además, esas medias primaveras y medios otoños aleatoriamente pueden declinar en veranillos o inviernos al antojo de borrascas que no responden a patrones convencionales. 

El caso es que el levante español, tiene cada vez más sed. Si las cosas no cambian (Y esto yo, no veo como. Desde luego rezando, va a ser que no), nos tendremos que ir despidiendo de los manzanales del bajo Ampurdán, de la huerta valenciana, de los frutales tarraconenses, de los aceites tanto catalanes como andaluces y unas cuantas munificencias más.

Recuerdo que de pequeño, el mes de noviembre, después de las fiestas macabras de la muerte, en la primera quincena, ya hacía frío. Y por la Purísima, en diciembre, época escogida para visitar el nacimiento del Ter y llegar hasta Nuria a pie (lo llamábamos "la travessa") el frío "ya pelaba" y los carámbanos de hielo eran corrientes en la montaña. 
Me recuerda un viejo amigo, como por las fiestas de la ciudad de Girona (29 de octubre) la mayoría de la gente ya había hecho acopio para sus leñeras. Este año, íbamos en manga corta.

Y no podemos perder de vista, la otra cuestión. No es menor. La sequía.

Agua embalsada. 
Esta es la situación.
Preocupante la de mi provincia con un 17,35% de su capacidad.





 

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