Y sale su excelentísima enciclopedia con patas y me suelta aquello tan «castizo» del...
¡Ya estás mezclando churros con meninas!
Pobre Velázquez, si levantara la cabeza.
Desistí de continuar la conversación (otros lo llamarían debate, que rima con combate).
Cualquiera le explica «al master de Lengua Hispana» que incluso unos cuantos lerdos catalanes que yo conozco, saben que no son ni churros, ni meninas, ni el café con leche de aquella otra iluminada de Madrid que duerme con Aznar (supongo). Que se trata de otra cosa.
Que las churras son unas ovejas que proporcionan muy buena carne y abundante leche, mientras que las merinas son famosas por la lana de color casi blanco y abundante. Y cruzar ambos tipos de oveja resulta en un ovino cuya carne y leche no son tan sabrosas ni ofrece una lana de tan buena calidad.
Así pues, esperemos que estos magníficos filólogos, sigan disfrutando de unos buenos churros con chocolate y dejen a las Meninas en la paz del Museo del Prado.
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