Llegó un momento de madurez suficiente como para darme perfecta cuenta.
—De qué— me preguntaron. Y respondí:
Pues de que tengo muchísimo trabajo en entenderme, aceptarme, cuidar mi autoestima de forma equilibrada, como para dedicar un solo minuto en preocuparme de lo que piensen de mí, los demás. Uno mismo puede y debe preocuparse de esas cosas y los demás posiblemente deberían hacer lo mismo.
Mi amigo. Le importa un pito lo que digan de él. Venta ambulante de segundas manos. |
¿Entonces, cuál era la necesidad a cubrir?
Llegaron a la conclusión de que empezamos a hablar para poder despotricar, chafardear y prejuzgar las conductas de los componentes de la tribu. Eso necesitaba un cierto nivel de dialéctica que no se podía cubrir solo con gestos y gruñidos. Mas de mil siglos después, podemos constatar que ni el habla es suficiente como para satisfacer esta necesidad patológica.
Okanuh
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