No hay modo de vivir tranquilos. Acudo de nuevo al mantra de mi hija:
Papa, el món s'en va a la merda
La idea era conmemorar algo que a nivel popular es bastante desconocido y aunque tiene una importancia bastante relativa, no por ello deja de tener su peso en el conocimiento que tanta falta nos hace y que demasiadas veces despreciamos.
Y es que ayer se cumplieron cien años. Un siglo desde que el 6 de octubre de 1923, Edwin Hubble descubrió que lo que hasta entonces se creía un pequeño cúmulo de estrellas, a la que llamaban Nebulosa de Andrómeda, era, en realidad, la luz de un objeto (así los llaman los astrónomos) que estaba mucho más lejos y que no era otra cosa que una galaxia entera. Una galaxia de dimensiones similares a la Via Lactea, la nuestra. Desde entonces la llamamos Galaxia de Andrómeda (y no nebulosa) y sabemos que al contrario de lo que se pensaba hasta entonces, el Universo no se limita solo a nuestra galaxia y que se extiende en miles de millones de galaxias como la nuestra o esa misma Andrómeda.
Y de este conocimiento solo hace cien años.
Esta es la placa de vidrio (negativo) de la última fotografía de la serie que se tomó y en la que Hubble anotó VAR ! (variable). A partir de este punto variable pudo luego calcular distancias y tamaños.
Pero indudablemente, la noticia, por desgracia, queda eclipsada por esta otra, que ni siquiera quiero comentar. Imposible hacerlo sin que una de dos: O te tachan de islamofóbico o de antisionista. Pero, vamos, en menos que canta un gallo.
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