Muy bien, perfecto. Ya ha dimitido. Ridículo y arrogante hasta su último estertor. Cierra el episodio con unas declaraciones -en inglés- y una carta mencionando a su familia y sus hijas. Sigue sin darse cuenta de que es él y solo él el que las ha destrozado. No se ha dicho nada más sobre la huelga de hambre de su madre. Espero que ya se haya zampado alguna hamburguesa.
Vale; todo muy guay... Pero ¿ya está?
En las instituciones deportivas de ese país, hay tanta mierda por limpiar que me temo que una generación no será suficiente, por muy dispuesta que esté la sociedad, para afrontar cambios, lo cual me permito dudar. El machismo y la desigualdad siguen presidiendo las presidencias. Asco.
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