Cuando me abre la puerta, me inunda un agradable olor a jazmín. Veo en un rincón sobre un mueble, a la altura de los ojos, un Buda Maitreia, una campana tibetana y un Dorje que también llaman Vajra, construido con bronce nepalí. Una columna ondulante de humo en el extremo de tres varillas que arden es el origen del agradable olor.
—No te preocupes— se apresura a decir —No hay química alguna; las hace mi mujer, con esencias y materiales totalmente naturales.
Me conduce hacia un extremo de ese gran salón, cerca de los ventanales. Sugiere que me siente. Las paredes están totalmente recubiertas de madera sin barnizar, pero impregnadas de algún tipo de aceite. Los muebles son de mimbre. Los cojines son de algodón rellenos de paja o algo parecido. Alfombras artesanales de lana, creo que afganas, cubren el suelo, que a la postre también es de madera. Cortinas de cuerdas de algodón en los lados del ventanal y otra de láminas en el centro, al estilo japonés, que se pliegan verticalmente. Todo el conjunto ofrece una luz cálida y agradable. Una música de flauta hindú, a muy bajo volumen, ayuda a transportar la imaginación a épocas y lugares coloniales indefinidos. Y de forma muy destacada, la sensación de paz que se percibe, parece tan tangible como el olor o el sonido.
Un mandala preciosista ocupa una gran parte de la pared destacando entre pequeños cuadros que contiene lo que al parecer son oraciones y mantras budistas; sin duda sus favoritos. Descubro entre los cuadros una foto de un grupo en el que estoy incluido. En la mesita de centro hay una especie de retrato, medio fotográfico, medio dibujo de Mahavatar Babaji
Una foto que me hicieron en aquel retiro. |
Él, que no se hace llamar nada que acabe en "ananda" es Antonio. "El Toni, per als amics" Nos conocimos en un retiro de meditación relacionado con unos cursos para la titulación oficial de profesor de yoga que gestionaba la IYTA y que llevábamos acabo en Girona. Trabajaba en la Caixa y tenía una masía en Palol de Revardit cerca de Bañolas.
Fue muy agradable poder pasar la tarde juntos en su casa de Vidreres, cuarenta años después de aquel encuentro inicial en el curso de 1981-85. Nos reímos mucho viendo fotos y comparando nuestras, entonces, estiladas siluetas, con las hermosas panzas que ahora nos adornan. Repasamos nuestros caminos en lo que respecta a nuestra trayectoria relacionada con la espiritualidad, las creencias y eso que a veces llamamos "mundo interior" y descubrimos como a pesar de no ser caminos parecidos, el suyo y el mío, hemos llegado a lo que probablemente podríamos entender como la misma estación.
Es como aquel ejemplo de la ascensión a la pirámide: Inevitablemente te llevará al piramidón (cúspide piramidal) pero dependiendo de la cara por la que asciendas, el paisaje que contemplarás en el trayecto es totalmente diferente.
Después de esos 40 años, ambos llevamos a cuestas dos matrimonios y dos divorcios. Ambos, una hija. Ambos un cáncer superado y ambos hemos abandonado la ciudad (él Barcelona y yo Girona) para pasar nuestra etapa final en un pueblo.
Y...¿Qué ocurrió con aquel baño de orientalismo?
Pues aquí es donde más me asombro de las analogías entre nosotros:
- No nos gustan las etiquetas (budista, teósofo, cristiano, bahá'í, o lo que sea)
- En realidad no creemos en profetas, lamas reencarnados, iluminados, gurús, mesías, hijos de dioses, ni nada por el estilo. Pero escuchamos muy atentamente todo lo que dicen; aún y a sabiendas de sus palabras han pasado muchas veces por el "photoshop de las ideas"
- Cielo, paraíso, reencarnación, transmigración, vida más allá, no pueden ser nunca negadas ni afirmadas. Tan posible es que sea real, algún modo de continuidad, como que no sea más que una forma de auto consuelo esperanzador ante lo terrible e inasumible que nos suele resultar la idea de la desaparición absoluta.
- Ambos entendemos que la mejor posición ante estas cuestiones, es lo que yo propuse llamar "la agridulce espera" que consiste en aquello tan antiguo del "lo que tenga que ser, será". Y mientras, vivir la vida de la forma más positiva y creadora posible, evitando cuanto más mejor cualquier cosa que nos aleje de la belleza y la bondad y buscando siempre la verdad de las cosas.
Los caminos del "Señor de los Mundos" son inescrutables, insondables, impenetrables, incomprensibles... dicen. Aunque también pueden ser de una simpleza "arrebatadora"
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Una buena tarde, sin duda.
ResponEliminaUn abrazo, Ricard.
Ricard: Va ser una gran alegria poder compartir aquells records de la nostra joventut (que ja no ho era tant). Aquesta foto que has posat aquí (crec que no ho recordes) te la va fer Maia i la tenim entre les dels nostres àlbums de família. Era una diapositiva i a la teva botiga vas fer còpies en paper.
ResponEliminaEse reencuentro me parece sugestivo, evocador, relajante y engloba caminos paralelos o vivencias profundas de corazones semejantes a dos gotas de agua que siguen ganando altura cada día. No creo que sea envidia, lo que me sugiere, ¿o sí?
ResponEliminaTodo invita a la paz que la imaginación, la foto y la descripción cuidada y descriptiva que hacen tus palabras me hace sentir una estancia y una tarde entre "maestros" orientales.
Que preparación para vivir "lo que tenga que ser y será".
Un abrazo y gracias por descubrir y descubrirte en "ese mundo mágico y apacible" . Hasta huele de maravilla.
Esta visto que todos hemos acabado siendo unos grandes descreídos.
ResponEliminaUn abrazo.