Esta entrada, está basada en una charla y las investigaciones de Anil Kumar Seth (nacido en 1972). Profesor británico de neurociencia cognitiva y computacional en la Universidad de Sussex. Es una transcripción aligerada para una comprensión más liviana.
Cuando te despiertas por la mañana y abres los ojos, aparece un mundo a tu alrededor. Es un mundo familiar y reconocible. Un armario más allá del borde de la cama, posiblemente las ventanas semicerradas y quizás los ruidos que llegan de la calle. Pero lo más familiar seguramente es la experiencia de ser un yo, una especie de reencuentro con uno mismo. La sensación -quizás engañosa; ves a saber- de ser el habitante de un cuerpo que reconoces como propio.
Ahora bien, esta experiencia de la individualidad es tan mundana que su aparición, por lo general, ocurre sin que nos demos cuenta. Nos damos por sentado, pero no deberíamos.
Cómo se ven las cosas no es como son. Para la mayoría de nosotros, la mayor parte del tiempo, parece que el yo, tu yo, su yo, es una entidad unificada y duradera, en esencia, una identidad única. Parece que ese yo es el receptor de una ola tras otra de percepciones, como si el mundo simplemente se vertiera en la mente a través de las ventanas transparentes de los sentidos. Tal vez parezca que el yo es el principal responsable de la toma de decisiones, aquello que decide qué hacer a continuación y luego lo hace; en ocasiones no lo hace. Sentimos, pensamos y actuamos. Y lo hacemos aceptando que esas percepciones nos dicen como son las cosas.
Pero... el cómo son las cosas, puede ser y de hecho es muy diferente. El relato de cómo y por qué es así es en lo que quiero reflexionar hoy.
En el proceso reflexivo lo primero es plantear que el yo no es lo que percibe. El yo también es una percepción, o más bien, es una colección de percepciones relacionadas. Las experiencias del yo y del mundo resultan ser diferentes tipos de alucinaciones controladas. Son las mejores conjeturas elaboradas en el cerebro y que permanecen conectadas al mundo y al cuerpo de diferentes formas. La determinación, la aceptación de esas elaboraciones no es en base a su precisión, sino por su utilidad; por su utilidad para el organismo en el negocio de mantenerse con vida.
La idea básica sobre las percepciones y su relación con la realidad es bastante simple, y se remonta a un largo camino tanto en ciencia como en filosofía; de hecho, se remonta a Platón y a las sombras proyectadas por la luz del fuego en las paredes de una cueva, sombras que el prisionero en el interior toma por ser el mundo real a falta de otro.
Las señales sensoriales que experimentamos, las ondas electromagnéticas que inciden en nuestras retinas, las ondas de presión que impactan en nuestros tímpanos, etc. siempre son ambiguas e inciertas. Aunque reflejan cosas que realmente existen en el mundo, lo hacen solo indirectamente. Los ojos no son ventanas transparentes desde un yo hacia un mundo, ni los oídos, ni ninguno de nuestros sentidos. Ese mundo perceptivo que surge para nosotros en cada momento consciente es un mundo lleno de objetos y sujetos, con propiedades como forma, color y posición y es siempre y en todas partes y circunstancias, creado por el cerebro a través de un proceso de lo que podemos llamar "inferencia" de las mejores conjeturas elaboradas en el cerebro, implementadas de forma neuronal y aún poco conocidas para la ciencia de hoy.
Veamos ... Tenemos frente nuestro, una taza de café roja.
Cuando vemos esta taza de café roja, cuando la vemos conscientemente, es porque, "taza de café roja" es la mejor elaboración que mi cerebro es capaz de producir (como una suposición) con las señales sensoriales ocultas y en última instancia, incognoscibles que llegan a mis ojos. El cerebro "supone" el color.
Piensa por un momento qué significa rojo. ¿Existe el color rojo en el mundo? - No, no existe. Y no necesitamos neurociencia para saberlo. Newton descubrió hace mucho tiempo que todos los colores que experimentamos, el arco iris del espectro visible, se basa en unas pocas longitudes de onda de radiación electromagnética que en sí misma es, por supuesto, completamente incolora. Para nosotros los humanos todo un universo de color se genera a partir de solo tres de estas longitudes de onda, y que se corresponden con los los tres tipos de células de nuestras retinas. Y sin embargo vivimos rodeados de color al punto de que sería difícil sobrevivir sin ellos. Cambia la fuente de luz que ilumina un objeto e inmediatamente cambia su color ¿Cuál es el color? ¿Qué color tienen los objetos y sujetos, cuando se apaga la luz?
Nuestra experiencia del color, así como la de otras percepciones, solo nos ofrece un atisbo de la realidad que además es la conjetura elaborada por un cerebro. Todos los cerebros del mundo, ¿elaboran la conjetura de forma idéntica? De hecho, nuestra experiencia de cualquier cosa, es tanto menor y alejada de la realidad, cuanto mayor y compleja sea una realidad en el mundo. Algunas realidades no son abarcables, ni con todas las ventanas sensoriales que alimentan las percepciones.
Ahora bien, lo que sucede cuando experimentamos el color es que el cerebro elabora una conjetura, cálculo o suposición de forma invariable, en función de como los objetos y las superficies reflejan la luz. El cerebro aún sin saber que los objetos absorben parte del espectro de la luz y reflejan el resto, llega a lo más parecido a una suposición y eso es lo que experimentamos como rojo. ¿Significa esto que el rojo está en el cerebro y no en el mundo? Tampoco. La experiencia del enrojecimiento requiere tanto del mundo como de un cerebro. En realidad, nada en el cerebro es rojo. Cézanne, el gran pintor impresionista, dijo una vez que el color es donde el cerebro y el universo se encuentran.
El resultado de todo esto es que la experiencia perceptiva es lo que se ha venido a llamar una "alucinación controlada". Pero esto es propenso a malentendidos, así que es preciso dejar bien claro que el cerebro está generando continuamente predicciones (suposiciones, conjeturas) sobre las causas de las señales sensoriales, ya sea que provengan del mundo o del cuerpo (por ejemplo como el dolor, en el segundo caso) y que las señales sensoriales en sí mismas, resultan en supuesto erróneos, dando lugar a una diferencia entre lo que el cerebro espera y lo que obtiene, para que las conjeturas se puedan actualizar continuamente. La percepción no es un proceso de lectura de señales sensoriales en una sola dirección de abajo hacia arriba o de afuera hacia adentro. Siempre es una construcción activa, una fantasía neuronal de adentro hacia afuera y de arriba hacia abajo que está unida a la realidad en una danza interminable de predicciones y error de predicción. Por eso se habla de que este proceso es como una alucinación controlada. Todas nuestras experiencias son construcciones activas que surgen desde adentro. Por eso, por ejemplo, las personas pueden ver o escuchar cosas que otros no ven o escuchan. Pero en la percepción normal, nuestras experiencias perceptivas no son arbitrarias. La mente no crea la realidad. Si bien los colores experimentados necesitan una mente para existir, las cosas físicas, como la taza de café en sí, existen en el mundo, las percibamos o no. Es la forma en que estas cosas aparecen en nuestra experiencia consciente; fruto siempre de una construcción. Es siempre un acto creativo de la mejor suposición elaborada por el cerebro.
Y debido a que todos tenemos cerebros diferentes, cada uno de nosotros habitará nuestro propio universo interior distinto y personalizado.
En esta reflexión nos hemos alejado un poco del planteamiento inicial así que volvamos al yo, a la experiencia de ser tú o ser yo. La idea clave aquí es que la experiencia de ser un yo, ser cualquier yo, es también una alucinación controlada, pero de un tipo muy especial. En lugar de tratar sobre el mundo externo, las experiencias de la individualidad tienen que ver fundamentalmente con la regulación y el control del cuerpo. Y lo que es importante aquí es que las experiencias de ser un yo se componen de muchas partes diferentes que normalmente están juntas de una manera unificada. Pero pueden separarse, por ejemplo, en los trastornos psicológicos o neurológicos.
Vivimos la experiencia de ser una persona continua en el tiempo, con un nombre y un conjunto de recuerdos moldeados por nuestro entorno social y cultural. Hay experiencias de libre albedrío, de querer hacer algo o de ser el causante de las cosas que suceden. Vivimos la experiencia de percibir el mundo desde una perspectiva particular, un punto de vista en primera persona. Otras experiencias son profundamente encarnadas, como el identificarme con un conjunto biológico que está en el mundo y que es mi cuerpo. Otra conjetura, suposición, también elaborada por el cerebro.
Y cuando tiras de este hilo, siguen muchas cosas. Todo lo que surge en la conciencia es una predicción perceptiva, y todas nuestras experiencias conscientes, ya sean del yo o del mundo, están profundamente arraigadas en nuestra naturaleza. Experimentamos el mundo que nos rodea y nosotros mismos dentro de él, con y debido a nuestros cuerpos vivos.
Entonces, ¿Quién eres realmente? Pensemos en nosotros mismo como si fuéramos el color rojo del que hemos hablado. Existimos, pero puede que no seamos lo que creemos ser.
Video relacionado (Otra charla en Chile):
Video relacionado (Otra charla en Chile):
Puedes comentar esta entrada
Por el método convencional.↓
Mediante email o bien,
Iniciando una conversación en el chat en este enlace inferior:
Compartir mediante:
La sensación que percibo al despertar es como de choque entre dos Yo. El mero hecho de situarse ante la conciencia de afrontar un nuevo día ya es un desafío. Enseguida uno tiene impresión de que hemos vuelto a la normalidad del día anterior, aunque en cierto modo ya nada es igual que el día anterior, aunque lo parezca. Se retoman rutinas, reflejos, planes, proyectos, uno sigue en la aparente misma onda pero algo sigue diciendo dese la noche que todo debe ser diferente si uno no quiere perecer en la monotonía. ¿Mensajes del sueño? Cuando leo lo de los colores en ese texto me quedo pensando en que los sueños no me dejan recuerdo de los colores. Aparecen humanos conocidos, no necesariamente cotidianos, algunos muertos, otros no tienen rostro ni nombre; aparecen situaciones y mucho argumento que no es fácil traer al lado consciente; pueden aparecer sonidos, músicas, griteríos, gestos, pero ¿por qué no tengo de ordinario memoria de colores?
ResponEliminaCuando era niño, no sé si lo he contado alguna vez, y tenía que salir con mis padres de viaje en alguno de los expresos de la noche o madrugada me acostaba muy pronto y tenía sueños de una violencia inaudita que me hacían pasarlo mal. Formas y figuras geométricas imprecisas, dinámicas, imparables, que parecían pertenecer a otro mundo y que me causaban desazón, angustia y su manifestación consiguiente de gritos y lloro. Solo cuando mi padre se levantaba y me calmaba, al precio de semidespertarme, salía de aquel laberinto geométrico y agresivo. Me sucedía por sistema cada vez que íbamos a salir de viaje. Tensiones neuronales fuertes probablemente, cuya explicación no he podido tener jamás.
Bueno, no tiene que ver con el texto mucho, pero por asociación de ideas lo cuento. Complejo mundo el cerebral. Por lo demás, por supuesto que no somos quienes creemos que somos. Entre otras cosas porque no distinguimos siempre entre nuestro lado de sombra del supuestamente luminoso. Uno se siente como un personaje que va de la mano con otro personaje, como si ambos se conocieran pero discreparan, así que se trata de seguir el camino con los menos avatares posibles o con capacidad para afrontar los que se presente, aunque, por el contrario, a medida que avanzamos en eso que llamamos edad estemos más hartos, cansados y escépticos. Por supuesto, uno no se hace preguntas sobre quién soy ni para qué estoy. Para qué.
La cuestión de si se sueña en color o en blanco y negro es muy interesante. Personalmente creo que las imágenes oníricas, no tienen color, ni siquiera forma concreta. Son otra cosa, según mi parecer. Me gusta hacer este paralelismo: Cuando lees un relato tu mente construye un imaginario lleno de formas y colores, posiblemente incluso olores, pero fíjate que proceden de unos símbolos (letras) impresos sobre un papel. El cerebro elabora solo lo que necesita. Si necesita colores los elabora. En el sueño que es como una desfragmentación de un disco duro, pero en nuestro sistema neuronal, el cerebro no necesita demasiado detalle. Cuando despiertas y recuerdas el sueño, el cerebro te ofrece "los residuos del proceso"
EliminaEs bastante ridículo que la gente pretenda buscarles significados, premoniciones, etc.
Las palabras clave de la entrada son suposición, conjetura. No resulta facil asumir la idea de que vivimos flotando en un mar de conjeturas e bastante imposibilitados de conocer una realidad verificada.
Tu entrada es muy interesante. El mundo de la percepción, de la existencia de una realidad como tal —o no—es un tema profundo tanto científico como filosófico.
ResponEliminaA mí me pasa que me encanta y leo mucho sobre él, sin embargo me ocurre un poco como cuando en el instituto tenía que analizar poesía. La primera impresión que me transmitía cuando la leía por primera vez era una, y después de analizar el contenido esta sensación se perdía, se convertía en un texto frio. Igual me pasa con este tema que nos traes. Se analiza, y con buen criterio, las funciones del cerebro, en qué nos basamos para distinguir lo que nos rodea, cómo la mente percibe nuestra propia realidad... y pierdo la magia de la vida. Puede parecer raro incluso absurdo, lo admito, pero cuando leo o veo un youtube de esta temática... me veo con quince años analizando una poesía para la asignatura de lengua.
Al margen, te diré que es muy buena aportación por tu parte habernos traído esta entrada.
SAludos.
Te entiendo perfectamente. También se lo digo a Fackel: No resulta fácil asumir la idea de que vivimos flotando en un mar de conjeturas e bastante imposibilitados de conocer una realidad verificada. (o verificable). Posiblemente forme parte de una tendencia a la ensoñación, que no es calificable; no es ni buena ni mala. Cada cual tiene la suya.
EliminaPor poner un ejemplo: Yo fui una persona creyente e incluso podría decir que devota, hasta que empecé a cuestionarme cosas. Puedo asegurarte que la transformación hacia un agnosticismo, como a mi me gusta decir, "de todo" no ha sido nada cómodo, ni agradable. Más bien, todo lo contrario. Parecido a analizar la poesía como explicas.
Creo que cada uno percibimos e interpretamos de diferente manera el mundo que nos rodea, y por ello cada uno tenemos nuestra particular realidad. Continuamente, como bien dices, recibimos datos de muchas fuentes, unas externas y otras internas, y nuestro cerebro las procesa y obtenemos una conclusión, que almacenamos en nuestra memoria. También creo que las experiencias que vamos almacenando alteran como vemos las siguientes experiencias y de esta manera experiencia tras experiencia , nos vamos construyendo nuestra realidad, la nuestra que será diferente a la de otros.
ResponEliminaEstá claro que lo que percibimos cada uno no es necesariamente la realidad, pero crea nuestra propia realidad. Pero ¿somos realmente lo que pensamos que somos?, sinceramente creo que no, creo que somos mucho mas de lo que creemos ser y muchas veces somos aquello que no creemos ser.
También creo que las experiencias que vamos almacenando alteran como vemos las siguientes experiencias y de esta manera...
EliminaY no solo las siguientes. También influye sobre como recordamos las pasadas. Dicen que cuando explicamos las "batallitas de la mili" con 70 años, la mitad del relato lo ha inventado el cerebro. Son recuerdos alterados, adornados, coloreados, interpretados. Y lo hace él solito.
"Puede que no seamos lo que creemos ser", pero lo esencial es más de lo que vemos, sentimos o creemos.
ResponEliminaDespertar a la realidad que entronca con el entorno cercando y con el ayer, colores, sentimientos, memoria,
lo esencial, la fuente del nuevo día y de mi nuevo día es "somos", "soy", "vivo", "prosigo el camino", "agradezco ser y estar aquí", con la "mochila" carga da de lo vivido hasta ayer, en la que está "toda la historia y mi historia".
Todo lo demás viene después. Vivo y voy a vivir.
Gracias por el ayer y por el hoy, por vosotros y vuestros comentarios. La filosofía y los pensamientos, el cuerpo que habito y los pasos que voy dando entran en mi consciencia poco a poco, no de golpe, para no agobiarme. La ventana y las ventanas de los sentidos, me descubren que todo no es un sueño, o yo soy parte de esa maravilla.
"Todas nuestras experiencias son construcciones activas que surgen desde adentro"...
ResponEliminaMe quedo reflexionando si el mundo que vemos es real en sí mismo o es una percepción según el desarrollo neuronal de nuestro cerebro.
Y creo más bien esto último porque está claro que a partir de creencias y sucesivas experiencias cada persona interpretamos el mismo mundo de manera diferente.
Muy interesante esta ponencia de Anil Seth, varios puntos para reflexionar y debatir.
Un abrazo Ricard