Ahora... solo estamos aquí para más tarde ser recuerdos para nuestros hijos.
Cooper a su hija Murph (Interstellar)
Cuando eres padre, ya no te puedes ver a través de tus ojo, sino de los suyos.
Fue una frase que Christopher Nolan el autor de la novela le puso sobre la mesa a Hans Zimmer, el compositor de la música de la película, refiriéndose al conflicto por la separación del padre astronauta, de su hija y la enorme angustia de no saber cuántos años pueden transcurrir en la aventura espacial que se plantea en el relato.
Lo cierto es que la película está cargada de recordatorio de valores humanos.
Pero más allá de la ficción, este pensamiento realmente invita a la reflexión. Contiene mucha verdad. Realmente, llega un momento, cuando ya no estamos presentes en la cotidianidad (y no me refiero exclusivamente a la muerte) con nuestros seres queridos; desde los hijos, hasta los amigos, desde los padres hasta la pareja, por la causa que sea, entonces efectivamente somos lo que ellos recuerdan que somos.
Ser un recuerdo implica dedicar un esfuerzo al logro de moldear el mejor recuerdo. Conviene tenerlo en cuenta.
Hemos hablado en ocasiones de la música de Interstellar. Os recomiendo vivamente este video, que además de haberme inspirado la escritura de esta entrada, es un estudio "diferente" sobre la música mencionada y sobre la misma película.
Hemos hablado en ocasiones de la música de Interstellar. Os recomiendo vivamente este video, que además de haberme inspirado la escritura de esta entrada, es un estudio "diferente" sobre la música mencionada y sobre la misma película.
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Nice blog
ResponEliminaAfortunadamente, ni mis hijas ni mis nietas, tienen que vivir de recuerdos. Tengo la enorme suerte de tenerlas a mi lado.
ResponEliminaEspero que cuando faltemos, nos sigan viendo con los mismos ojos.
Saludos.
Hola Noxeus.
ResponEliminaMuy interesantes tus reflexiones.
Aquí tienes un seguidor.
Un abrazo.
Contento de verte por aquí. Gracias.
EliminaCierto, incluso viviendo nuestros progenitores hemos vivido con su recuerdo, porque el presente de la ancianidad no acabábamos de aceptarlo. Y encima andábamos tan ocupados...Cuánto se arrepiente uno ahora de no haber cultivado más con ellos ciertos temas, o siquiera más narración de sus propios pasados. Ellos, que reprimieron tanto sus pensamientos y memoria, por la cuenta que les tenía. Malditos tiempos aquellos en que no hablaban de muchas cosas. En que el miedo de la cruz y la espada se instaló en padres y abuelos. Que estén en el infierno -al menos el del desprecio- quienes hicieron cultura de cementerios de un país que había sido vivo.
ResponEliminaMucha verdad en lo que dices. Mi padre volvió de Rusia (yo aún no estaba encarnado) con metralla en la espalda y un dedo inservible debido a la congelación. Toda su vida se negó a hablar de aquella campaña y de la División Azul. Ni una sola palabra. Por la madre supe que de voluntario nada. Poca cosa más.
EliminaHe conocido soldados republicanos que para huir de la miseria o de otras cosas peores se alistaron en la División esa. Por cierto, uno de los que conocía fue hecho prisionero por los soviéticos, pasó varios años allí y contaba de todo. Era cordobés, analfabeto, pero con un humor y una vitalidad que le permitió tener capacidad de adaptación. Si no recuerdo mal regresó en el Semiramis.
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