18 de julio

Hace calor y mañana más, dicen. Demasiado para hacer nada, así que en vez de nada, haremos algo. Pero ese algo, no tiene nada de creativo. Decir eso de hacer algo, es lo mismo que decir hacer nada. Es el reino del dolce far niente. 
La canícula es un tiempo de privilegio para los jubilados. Nuestra actividad principal del día, puede que sea eso que es más antiguo que la humanidad misma: la siesta. Nuestros ancestros aprendieron a "siestear" en las ramas altas de los árboles, donde los depredadores no llegaban. Y aprendimos a dormitar en sorprendente equilibrio, con menos accidentes de los que tenemos ahora dormitando con las manos en un volante. 
Sigo con mi curso de caligrafía (recuperación de la letra perdida). Ni siquiera era consciente de lo estropeada que tenía mi escritura manual. Redescubro el placer de la pluma estilográfica, eso que los ingleses, cachondos ellos, llaman fountain pen (pluma fuente) sabedores de que si no sabes usarla bien, te pringarás de tinta.

Sigo leyendo los blogs favoritos. En una tablet, o en el teléfono. Que poquitos han pensado en configurar sus plantillas a ese dispositivo. Y deberían, pues asombra, ver como crecen las estadísticas de su uso, incluso para esto de los blogs.
Posteo menos, comento poco, pero os leo.

Y, ¡como no! Sigo acordándome de la madre que los parió, cuando me programan una radiografía a las tres de la tarde. Y pienso lo lamentable que resulta que un señor de 75 años, con riesgos cardiovasculares, tenga que desplazarse 30 km. para hacerse una jodida radiografía. Y para ello, tener que coger un tren y un bus. Pero tranquilo jefe —dice Okanuh— Tenemos la mejor sanidad del mundo.
Pues bien, este será mi día (si la vida quiere). Años atrás, este día, era otra cosa. Mejor olvidarlo.

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