Difícilmente podemos alcanzar, ni mínimamente, la tan deseada consciencia crítica de especie que demanda el paleoantropólogo Eudald Carbonell, del cual veo menciones estos días en los blogs amigos.
Desarrollar ese tipo de consciencia, la historia nos ha venido demostrando a lo largo de más de diez milenios, que el cerebro humano, tiene dificultades para ser capaz de avanzar en esa dirección evolutiva.
foto: Fundació Caixa Castelló
Cuando hablamos de consciencia, observamos como tenemos dificultades en establecer la relación entre aquello que es y su relación con el conocimiento y pensamientos humanos. Somos capaces de definir con menos dificultades aquello que es la inteligencia y aunque precisamos subdividirla en clasificaciones del tipo, racional, emocional, espacial, etc. acabamos poniéndonos de acuerdo. No pasa lo mismo con la consciencia, sobre la cual, se aplican formas de entenderla muy influenciadas por otros tipos de pensamientos; desde la religión a la neurología.
La comunidad científica parece aceptar que esa característica -la consciencia- está sujeta a la evolución y progresa, como cualquier otra evolución (no necesariamente en línea recta) a medida que se van sucediendo las generaciones. Exactamente igual que evoluciona una bacteria.
Una de esas evoluciones tiene que ver, precisamente, con una de las tres patas de la demanda de Eudald, para que una salvaguarda de la civilización sea posible (consciencia/crítica/de especie).
Creo que nos será fácil convenir que para alcanzar consciencia de especie (aún no llegamos al añadido "crítica"), hay que tener una idea prístinamente definida de qué es, quién es y cómo es, esa especie de la que hablamos. Y, sinceramente, estamos muy lejos. Lo demuestran, sin ninguna duda, cosas como el supremacismo, el racismo, la no aceptación del diferente, etc. Por no hablar de los celos y recelos nacionalistas, la incapacidad de establecer de forma eficiente un idioma universal (complementario o principal) y por último, como demostración más deslumbrante, la incapacidad de haber hecho de la globalidad algo realmente positivo, cuando hoy en día ya no nos queda otro remedio que cuestionarla seriamente. En resumen: Por ser la especie dominante en el planeta, lo estamos asumiendo de forma desastrosa y lo estamos haciendo francamente mal.
¿Por qué razón?
Sencillo. Porque no somos capaces de afrontar, a nivel de especie, una crítica suficientemente aceptada y organizada, para rectificar lo rectificable y corregir aquellos asuntos de carácter internacional o supranacional que sea necesario corregir. Una muestra: La incapacidad de la ONU, para evitar conflictos bélicos flagrantes, abusivos e injustos (si es que hay alguno que no lo sea) o las enormes dificultades de la OMS para regular, controlar y gestionar, desde las pandemias, hasta la aprobación de medicamentos.
Recordémoslo: Consciencia crítica de especie.
La humanidad está llegando a un punto de no retorno. Nuestra forma de vivir está llevando al mundo y a la especie al límite y solo tenemos dos opciones: o nos repensamos y nos humanizamos o nos extinguiremos. Todavía estamos a tiempo, pero la necesidad de un gran cambio colectivo es urgente. No será posible sobrevivir sin modificar de manera profunda, nuestra forma de pensar, de relacionarnos y de vivir.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada