24/12/23

La luna o el rocío

Para algunos, cualquiera que sea la circunstancia, el mayor consuelo se encuentra al contemplar la luna.
Alguien dijo una vez: «No hay nada tan fascinante como la luna». Y otra persona replicó: —El rocío—
Y, aunque pueda parecer extraño y solo por eso, iniciaron una disputa.
Sin embargo, ¿acaso no es cierto que cualquier cosa, siempre que está colocada en su debido tiempo y lugar, es capaz de conmovernos?
No solo la luna y las flores, incluso el viento hace vibrar nuestro corazón. El agua limpia que se desliza chocando contra una piedra y deshaciéndose en gotas es causa, según sean las circunstancias, del afloramiento de sentimientos muy distintos.
Al pensar en ello recuerdo con un estremecimiento estos versos:
El agua de los rios Yüan y Hsiang fluye día y noche sin descanso, hacia el oriente y, ni por un instante se detiene a consolar mi corazón quejumbroso.

Mi corazón se alboroza cuando me recreo en la montaña, junto a las aguas del río, y al admirar  los peces y las aves.

Y es que no hay nada que alegre y consuele tanto el corazón como un paseo errante por prados y manantiales solitarios.

Supe de Yoshida Kenkō (el apellido siempre antecede al nombre) en plena pandemia y compré el libro que propuso Amazon: Pensamientos al vuelo. Descubrí que se trataba de una occidentalización del título original, Tsurezuregusa que se puede traducir como «Ensayos en la ociosidad» o algo parecido. 
Estamos hablando de un autor japonés, monje budista, que nació en 1283 (♱1350) y la época es algo que tiene que estar presente en la mente, mientras se leen sus jugosos ensayos cortos. (En España sucedía el Reino nazarí de Granada, en pleno apogeo del islam).
Empecé a leer el libro, pero lo dejé. Me dije que no era el momento y luego lo olvidé en las estanterías. Por uno de esos misteriosos toques de campana que suceden, nuestro amigo Fackel lo citó en uno de sus comentarios en mi blog —tienes que leerlo—dijo. Siempre atiendo a lo que me dicen. 
Lo estoy disfrutando y ahora sí, es el momento. Posiblemente, volveremos a hablar de los ensayos ociosos.

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