Pero es que la cosa sigue: En el siglo XIX, decían que la familia la componían: el hombre, la mujer, los niños, los sirvientes y las mascotas; a saber, gatos, perros, periquito y los pececitos de colores. Desde luego se intentaba no mencionar otros animales de compañía como alguna que otra rata, los escarabajos, las pulgas y chinches, moscas y mosquitos. Finalmente, ya en pleno siglo XXI, se añaden otra clase de parásitos como la novia lesbiana de la hija primogénita, la suegra del marido de la casa, que quedó viuda, el cuñado que se ha divorciado y el primo que está en el paro. Algunos opinan que también habría que añadir los amigos incondicionales de las redes sociales, pero no sé yo si es buena idea. Otros dicen que no deberíamos olvidarnos del televisor como un elemento familiar más. Tengo mis dudas.
La familia, todo un ladrillo en la difícil construcción de la estructura social.
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