¡Por fin llegó el fin de semana!
Para todos, menos para los jubilados, que vivimos en un fin de semana interminable. Tanto que a veces, uno desearía sentir aquella ñoña de los lunes juveniles. Pero ¡óigame joven!, cada cosa a su tiempo. Así que a disfrutar del sábado eterno.Otra de las cosas que tiene la jubilación es que es como una religión. Tiene su propio calendario.
Y es que no hay religión que se precie, que no tenga el suyo propio y distinto al de los demás. El islam, los cristianos, los budistas, los zoroastriano, los bahà'ís, todos; todos tienen el suyo. Y claro, los "Jubilacionistas de los Últimos Tiempos" también. Nosotros empezamos y acabamos los meses cuando el resto de los mortales cuenta la veinticincoava jornada. Ese día, la mayor parte de los jubilo-creyentes, se dirigen humildemente al Templo del Dios Dinero y cumplen la liturgia de la comunión.
Pero en esta religión, ocurre lo contrario que con la Comunión Cristiana. No te introducen la hostia bendita en el interior de la boca; no. El jubilo-creyente, se saca la "hostia-card" y es él, el que la introduce en la boca del sacrosanto cajero automático. A veces solo se trata de saber que has sido bendecido por la Santa Pensión y otras, para adquirir unas cuantas euro-virtudes con las cuales expandir la caridad por los supermercados, farmacias, y otros necesitados que sucumbirían sin nuestra caridad consumista.
Dentro de pocos días, llegará aquello del "Banc dels Aliments, el Gran Recapta" Dicen las noticias que la cosa está tan jodida que ni encuentran voluntarios para el proyecto de este año. Siete mil doscientos, cuando necesitan dieciocho mil. ¿Te apuntas? —Yo no; mi cuerpo ya no está para ayudar, sino para ayudarse. Y bien que lo siento.
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