Una tienda que una vez mostraba orgullosa su letrero de revelado rápido, hoy es pasto del abandono. |
Qué lejos queda ya, aquella novedad en el mercado.
Fue a principios de los años 80 del siglo XX, como no en EEUU.
KODAK, aquella, entonces, próspera compañía que había nacido en 1892 (según otras fuentes, en 1888) y que prontamente estableció su sede en Rochester (NY, USA), lanzó al mercado fotográfico una nueva forma de vender el servicio de revelado de carretes fotográficos. Un servicio novedoso cuya principal característica era entregar el trabajo al cabo de una hora y no al día siguiente, como hasta entonces venía sucediendo.
Kodak surgió de una idea:
Usted apriete el botón; nosotros haremos el resto.
Y fiel a su idea inicial desde su fundación, siguió apostando por ella, pero ahora implicando a los intermediarios, esencialmente las pequeñas tiendas fotográficas de barrio o algún supermercado, que hasta entonces y de forma mayoritaria se limitaban a recoger los encargos y confiar el trabajo a laboratorios industriales. Mediante un sistema de recogida y entrega, los revelados de clientes estaban listos para entregar al día siguiente. Inicialmente, los clientes depositaban la camara (no el carrete) y esta era devuelta al cabo de unos días, juntos con las fotografías positivadas en papel. Más adelante, ya se entregaba solamente el carrete en sus diferentes formatos.
A todo esto, se añadió la novedad que comentábamos: La entrega rápida.
Pero esto suponía realizar una inversión importante y adquirir un "tren de procesado rápido" así como sus consumibles (reveladores, fijadores, papel fotográfico) y además cargar con la merma de los errores y que hasta entonces era asumido por los laboratorios industriales.
A Kodak se añadieron nuevos fabricantes, como Fuji, Agfa, Noritsu QSS que invadieron el mercado. Un tren de revelado alcanzaba fácilmente los seis millones de las antiguas pesetas.
Al final, resultó ser una idea malísima. Pocas tiendas que se atrevieron con la aventura, llegaron a amortizar las máquinas. Su proliferación engordó la competencia y para el colmo de las desgracias, en pocos años, llegó la fotografía digital.
Hoy he visto un anuncio de alguien que veinte años después está tratando de deshacerse de un QSS (foto) por 1,-€ que no es otra cosa que tratar de que se lo lleven si gastar en envío alguno.
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