Esta es la versión actualizada y un tanto friki, de aquellos entrañables fotógrafos callejeros que podíamos encontrar en las plazas y calles, armados con una gran cámara cuyo interior servía al mismo tiempo de cuarto oscuro donde revelar la foto. Eran conocidos como "minuteros"
Este tipejo, japonés, tiene un tinglado ingenioso. Hace la foto y te la enseña en una pantalla en la espalda. Si pagas, genera un código QR para que tela descargues.
A su lado, un cubo con agua para limpiar la copia única que vendían a los papás de la criatura que muchas veces había posado encima de un caballo de cartón. La foto se entregaba aún húmeda y a cambio de poco dinero.
Luego, con el tiempo, evolucionó la técnica y los fotógrafos ya no utilizaban de aquel cachivache nada más que la carcasa, porque en su interior, no había cuarto oscuro, ni productos químicos, ni cámara de fotografía química convencional, sino una Polaroid de revelado instantáneo. Hacían trampa, pero eso era lo de menos, porque en realidad lo que pagabas era un servicio cargado de romanticismo y cierta nostalgia.
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