Hay un viejo aforismo que suelo visualizar como si se tratara de una de esas boyas en el mar que aparecen y desaparecen según los movimientos del oleaje, pero que están ahí, ancladas en el fondo.
En este caso, anclado en las profundidades de la sabiduría ancestral. Dice*:
Procura siempre que tus palabras, superen el brillo de tus silencios.
Y es por eso, por lo que a veces no tengo otro remedio que el de permanecer callado. Y si en ocasiones me atrevo a expresarme, tengo que reconocer que hay mucha luz alrededor para que el brillo no sea suficiente para superar el pasar desapercibido. Y es por eso por lo que siempre estoy agradecido.
*Hay multitud de expresiones para la misma idea.
Imagen de Keith Johnston en Pixabay
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