13/4/22

Poniendo otro Buda en mi vida.




Compañero de silencios, consejero imparcial. Los dos pulgares de su dueño, suelen ser el punto donde se enfoca mi atención en esos minutos de meditación diaria. No sigo ortodoxia alguna, pero me dejé llevar por las palabras de la vendedora y le hice caso:
¿Ya sabe dónde lo pondrá?
—Por supuesto— le respondí.
Hacía tiempo que tenía su lugar preparado. Lo ocupaba un Buda Maitreya, de la mitad de tamaño y de bronce. Una fundición antigua que había comprado mas de treinta años atrás a una pareja que importaban directamente desde India y Nepal.  Ahora, mi deseo era que Maitreya me acompañara en el dormitorio como hacía en mi anterior domicilio. 
Recuerde que debe estar en un lugar más alto que su cabeza y exclusivamente dedicado a él.
—Pues, me temo que tendrá que compartir espacio con el router y un decodificador; eso si, están un poco más abajo. Pero bueno, no creo que le moleste el electromagnetismo de los aparatos— le dije dedicándole mi mejor sonrisa, mientras mi mente calenturienta no podía resistirse a pensar lo buena que estaba aquella señorita vendedora de budas, aceites esenciales, pañuelos, inciensos etc. etc. 
Y es que era realmente hermosa. Alta. De ojos verdes, con una larga cabellera lacia y de color paja. Imponente.
Tenga, le regalo este sobrecito de incienso de sándalo. Cuando lo coloque en su lugar, ofrézcale una bienvenida quemando una barrita.
— Oh! Muchas gracias. Así lo haré—le respondí, reprimiendo al mismo tiempo el deseo de decirle que o era incienso o era sándalo, lo cual no tenía otra intención que hacerme el gracioso, porque era obvio que lo sabía y de sobras. 

Mientras envolvía la figura pausada y cuidadosamente con plástico de burbujas y lo metía en una caja de cartón a medida, estuve luchando con el viejo verde que me habita, ayudado por #An'ya y #Oka-no, que supongo que recordáis que son mis otros yos que conforman mi trinidad. 
¿Qué pasa? Si Dios es una trinidad, ¿Por qué iba a ser yo menos trinitario?
Bueno; el caso es que con la ayuda de ambos (uno me agarraba las partes y el otro me sujetaba la lengua) conseguí salir de la tienda con mi Buda y sin un bofetón en la mejilla.

El problema está en que ahora deberán pasar unos días (o semanas) hasta que cada vez que mire el Buda, mi mente no me lleve a ciertas turgencias  inolvidablemente imaginadas...😔

¿Creyente? No, no puedo decir que crea, ni que me identifique con algo que acabe en ano (jaja) como cristiano, o que rime con juerguista (jeje), como budista. Pero hace medio siglo que mi filosofía de vida, tiene bastante que ver con esos dos pulgares que se tocan y el humo del sándalo flotando en la estancia.

 

 

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